La violencia no parece tener fin, por lo menos, en el fútbol local. Los dos últimos fines de semana hubo desmanes provocados por los hinchas en las dos semifinales de la Liga Tucumana de Fútbol (LTF) que se jugaron en el club Central Norte, ubicado en el Barrio El Bosque. Las tropelías se produjeron en las adyacencias del estadio y los más afectados fueron los vecinos. A ello se sumó un hecho institucional de gravedad que ocurrió el sábado y el domingo, ocasión en que se enfrentaron Bella Vista y San Juan, y San Fernando Almirante Brown, respectivamente.
El miércoles pasado, la Policía le informó mediante notificación a los directivos de Liga que la cancha no reunía las condiciones de seguridad para ser habilitada y le anunció que el viernes se efectuaría una inspección conjuntamente con Defensa Civil para determinar si se habían subsanado las fallas detectadas. Tras el nuevo relevamiento, se decidió clausurar el estadio y se comunicó oficialmente la decisión.
Sin embargo, el organismo que rige los destinos futbolísticos de la provincia decidió ignorar la prohibición e hizo jugar ambos partidos sin presencia policial. "Lo que más nos molestó es que nos dijeron todo a último momento... Tomamos esa decisión porque a nuestra entidad nos discriminan permanentemente organizando encuentros a puertas cerradas o enviándolos a otros escenarios", se justificó el titular de la LTF. Al terminar el partido, seguidores de San Juan golpearon al personal de seguridad privada, y se trenzaron luego con los hinchas de Bella Vista. La gresca se trasladó a la calle. La Policía intento dispersar a los violentos, ante el pánico de los vecinos, convertidos en espectadores de las pedradas y disparos de armas antimotines. "Actuamos porque debíamos proteger a los vecinos de la zona. Este encuentro no se debería haber jugado. La inhabilitación no sólo fue del Comité de Seguridad, sino también de Defensa Civil y no se la cumplió", dijo el jefe de la Unidad Regional Capital.
La semana pasada una lectora había enviado una carta a nuestro diario que decía: "Vandalismo a la salida del partido de Central Norte, domingo 10/11. Unos inadaptados, a la salida del partido, causaron una serie de destrozos a la altura de Belgrano al 1.700, rompieron vidrios de negocios, ventanillas de autos." Por esa razón, la Policía decidió apostarse el fin de semana en las inmediaciones del estadio.
La espiral de la violencia sigue en franco ascenso. Afortunadamente no hubo muertos en estos incidentes, pero quién se hace cargo de los daños producidos por los inadaptados a los vecinos y comerciantes. ¿Los dirigentes de la Liga que ignoraron la clausura del estadio? ¿Por qué no se identifica y se detiene a estos iracundos? ¿Quién o quiénes los protegen?
La actitud de la Liga es grave y sienta un pésimo precedente, porque si esta no respeta a las autoridades que se ocupan de velar por la seguridad de los ciudadanos, ¿qué puede esperarse entonces de los fanáticos?
Mientras subsista este enfrentamiento de vieja data entre la Liga y el Comité de Seguridad y si no se diseña una política de seguridad deportiva, diseñada por el Estado y los dirigentes, que se aplique sin miramientos y se sancione con rigor a quien no la cumpla, estaremos lejos de erradicar a los violentos y lo único que se logrará es que el verdadero hincha no vuelva más a las canchas.